Escrito por: Hugo Fernando Cabrera
Se completan ocho días de protestas en todo el territorio nacional, con resultados trágicos de civiles y uniformados muertos y heridos; gente del pueblo, gente humilde, personas colmadas de necesidades, de sueños y de ilusiones.
Dilan Cruz el muchacho que resultó herido y posteriormente falleció en las manifestaciones en la Capital de la República es muestra clara de lo expuesto, pues era un joven de tan solo 18 años de edad, miembro de una familia desestructurada, sin perspectivas, como tantas y tantas familias existentes en un país inequitativo, en el que cada día los ricos son más ricos y los pobres más pobres; en el que las oportunidades son bastante esquivas y muchos sucumben ante las dificultades porque ven muy lejanas la posibilidad de salir adelante.
Las palabras de la hermana de Dilan el día en que acudió representando a su hermano en la graduación como bachiller, es la expresión propia de una compatriota que ve en la violencia la puerta hacia el caos. Denis, como se llama la hermana mayor, dijo en la ceremonia de grado lo siguiente: “Queremos que eso que pasó con Dilan no sea para más disturbios, queremos que esto sea un detonante para acabar con la violencia, con todo lo malo que pasa en el país. Pedimos paz. Él luchaba por sus derechos”.
Arnoldo Verú, el agente herido por una papa bomba en las refriegas acaecidas en la ciudad de Neiva, es un destacado patrullero de la policía quien con 43 años de edad ha dedicado 15 a la institución policial. Pertenece a una familia modesta y como muchos otros ciudadanos responsables, ha velado siempre por su señora madre y por su hermana menor, quien es una estudiante universitaria. Nadie emite un concepto negativo del patrullero Verú, solamente que es un excelente hijo, serio, responsable, puntual, cercano a la comunidad, servicial y humilde.
Tanto Dilan como Arnoldo son expresión típica de las bases sociales, ninguno de ellos es o era de clase acomodada, hijos de acaudalados empresarios o enriquecidos políticos, no señor, gente de mano pueblo, o cuándo han visto a un rico presentando papeles para ser patrullero de la policía o en dónde se ha observado a un niño bien haciendo cola para entregar una solicitud de crédito en el ICETEX, ni lo uno, ni lo otro.
Quienes se enfrentan en las calles, tanto manifestantes como policías, son gente del pueblo, integrantes de familias humildes, a lo mejor hasta vecinos de barrio unos y otros, porque quienes nos gobiernan no viven en sectores populosos, ellos se albergan en elegantes y seguros condominios con las más lujosas comodidades.
Cómo lamento que sea la base social la que se enfrente en las calles, la que ponga los muertos y heridos, la que sufra la pérdida de seres queridos, la que deba llorar a sus parientes a las afueras de una unidad de cuidados intensivos.
Es verdaderamente lamentable que quienes gobiernan este país no entiendan la gravedad del asunto y permitan que la ciudadanía se vaya a las calles para exigir que se les respeten sus derechos y estas manifestaciones del pueblo terminen en actos violentos que dejen a tantos Dilan y Arnoldos tirados en las calles, unos muertos y otros heridos. Quién sabe a dónde iremos a parar.