Iba a contestarle las afrentas a un bellaco que anda profiriendo embustes por un medio alternativo de comunicación, pero al recorrer el día de ayer las calles de la ciudad para llegar hasta la casa de un amigo en la comuna diez, quien afronta una difícil situación económica debido a la cuarentena generada por la pandemia, me parecieron tan insignificantes las expresiones de este arredomado personaje que preferí concentrarme en lo fundamental.
En medio de una lluvia desmedida de memes, spot, mensajes, noticias, fake news, chistes, oraciones y hasta obscenidades, me llegó un video que llamó mi atención por el mensaje que éste contenía, relacionado con la situación por la que estamos atravesando.
Y es que por más que queramos entendernos a nosotros mismos y entender a los demás, siempre tiende a reinar la indiferencia, la insolidaridad, el individualismo, y de pronto nos damos cuenta que estamos en medio de la misma tormenta, pero subidos en distintos barcos. Algunos en simples y llanas balsas a punto de zozobrar, otros en débiles canoas que amenazan con hundirse, otros en naves un poco más resistentes y algunos en fuertes navíos, todos en la misma tempestad, pero en diferentes niveles de riesgo.
Los navegantes de las pequeñas embarcaciones esperan ansiosos que los tripulantes de los resistentes buques les arrojen un salvavidas o una línea que les permita mantenerse a flote, pero cuando la borrasca recrudece, comienza a disiparse el temeroso interés de ayudar a quienes están a punto de sumergirse.
La tormenta (pandemia) apenas comienza a enfurecerse en nuestras aguas y ya se ven débiles gabarras con graves problemas para mantenerse a flote, y algunos de los que tienen la posibilidad de rescatarlas, comienzan a mostrar su indiferencia o sus más bajas y sucias intenciones.
Observando desde la proa de una pequeña nave puedo divisar cómo los capitanes de los grandes barcos comienzan a esconder las sogas, los salvavidas y los barriles repletos de comida, incluso muestran ya sus intenciones de apoderarse de los víveres e insumos que podrían destinarse para salvar a muchos de los tripulantes de frágiles pontones que intentan enfrentar el diluvio.
Estamos todos en la misma tormenta, pero en distintos barcos, como consecuencia de la desigualdad social, de la indiferencia, de la corrupción, de la indolencia de los malos e infectos gobernantes, que han llevado y obligado a inexpertos navegantes a enfrentar esta terrible tempestad aún conscientes de que pueden naufragar.
Finalmente, tenía razón Arturo Pérez, escritor y periodista español cuando expresó la siguiente frase: “Después de todo, qué sería de nosotros sin nosotros mismos, pensaba. La vida es un naufragio, y cada uno echa a nadar como puede”.
Adenda: Aunque todo parezca difícil no podemos perder la fe, porque mientras la esperanza esté viva, nuestras fuerzas no nos abandonarán.